Los tres poderes del emperador es también un libro de ética. En la naturaleza no hay ni bien ni mal: leones y gacelas, escorpiones y ranas, camaleones y mantis, todos los animales tratan de sobrevivir, atacan y se defienden impulsados por sus instintos, utilizando sus instrumentos de poder, garras y colmillos, cornamentas, aguijones, lenguas pegajosas, sistemas de camuflaje. Matan, roban y engañan, pero no son ni buenos ni malos. Como Ming Taizú, el canciller Bayan, la concubina Ki y todos los personajes que conocerás en Los tres poderes del emperador. Como todos los miembros de nuestra especie.

Querida Youlí, en este libro te voy a contar las historias de personas que vivieron hace cientos de años. Por favor, procura no hacer juicios morales. No pienses que unas son buenas y otras malas. Ni que son a veces buenas y a veces malas. Vamos a procurar, tú y yo, mirarlas como si fuéramos sociobiólogos estudiando el comportamiento de una manada de mamíferos.

Como animales que somos, hemos heredado unos instintos que nos hacen sentir emociones y nos impulsan a actuar. Somos simultáneamente gregarios e insolidarios, egoístas y altruistas, sumisos y rebeldes, héroes y cobardes. En los grupos sociales se generan normas morales que estimulan unos comportamientos y reprimen otros. Esas normas morales, diferentes en cada grupo social y siempre en disputa, son el objeto de luchas de poder.

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La imagen que ilustra esta entrada es una escena del monumental panel El festival de Qingming junto al río, en una versión elaborada durante la dinastía Ming que se conserva en el Museo Nacional del Palacio en Taipei. En dominio público.

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